Para los jóvenes de entonces , lo de coger el tren a Candás o Perlora era un recurso barato de cambiar de aires a menos de 20 km. Inolvidable el zarandeo de los viejos tranvías belgas, su paso por villacajón, los acantilados del tranqueru por los que pasaba y aquellos asientos de grandes muelles que nos hacían ir casi botando.
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