martes, 23 de mayo de 2017

MÁQUINA DE PETACOS

O de bolas, o como dicen los modernos, de "Pin Ball". En fin, que a mí lo de Pin lo relaciono con el gran amigo de la vaca Venancia , valga el juego de palabras. Y del juego en sí, de sus sonidos mecánicos (mejor que los electrónicos) estaban plagados los bares de Gijón y los recreativos. De estos últimos recuerdo especialmente el que estaba al lado de la plazuela, con su máquina del jugador de baloncesto que cogía una bola se giraba y la catapultaba contra la canasta, o del oso aquél que había que matar con el disparo de una escopeta y al darle se erguía pegando alaridos en plan "que me muero", también recuerdo otra maquinita que tenía un helicóptero (todo lo que digo es mecánico, que no había ordenadores ni chips ni nada) que había que llevarlo por los aires y tenía que aterrizar sobre helipuertos de Roma, París...etc (se sabía que eran éstos por reproducciones de sus monumentos).También recuerdo una máquina que era un periscopio de submarino y que dándole al botón salía un haz de luces (en plan "belén" pero rojas) que hacían las veces de torpedos que tenían que hundir unos barquitos de plástico que iban saliendo en un circuito sin fin. Era fácil coger el punto del momento exacto en que había que darle al botón y...explosión. Y como estos juegos había unos cuantos más hasta que.....llegó el primer juego infomático que conocí, el famoso del partido de tenis con dos líneas laterales, pelota cuadrada, sonido tipo sónar y además en blanco y negro.
Me enrollé un poco y no hablé mucho de las máquinas de petacos, pero ¿alguna vez cogísteis una bola de acero de las mismas? ¡cómo pesaban! . Os dejo el turno para vuestra opiniones y recuerdos.

17 comentarios:

Marisa dijo...

Que inocentes se ven ahora al lado de los videojuegos actuales. Saludos

Ricardo de Arce dijo...

Yo pensaba que esas bolas eran blandas porque no hacían ruido al subir por el lateral cuando tirabas del muelle aquel. ¡Qué impotencia ver como iban directas al agujero del centro entre las palas que agitabas nerviosamente!. ¡Qué fatídica la "Tilt" esa que salía y bloqueaba la máquina cuando la zarandeabas!.

MANUINDIANA dijo...

Que nostalgia,me encantan.
Saludos

recuerdogijon.blogspot.com dijo...

Ricardo , si te fijaras en las máquinas más veteranas te habrías fijado en el rastro de desgaste que las bolas iban dejando en su recorrido, sobre todo en las zonas más estrechas por las que pasaban.

Anónimo dijo...

Me gustaria poner en este apartado los recreativos recuerdo el que estaba situado en la calle Covadonga por la acera de la derecha ya llegando a la plazuela San Miguel, donde habia unas cuantas maquinas de estas de petacos y billares y futbolines, y unas mesas con un disco deslizante, etc, otra sala de futbolines estaba en los patos, la de tardes de sabado y domingos que se pasaban en estos sitios con el poco dinero que teniamos, un saludo y gracias JMDD

recuerdogijon.blogspot.com dijo...

Gracias anónimo, en el comentario de la foto hago referencia a esos recreativos , precursores con sus máquinas de la "alta tecnología".

fyc dijo...

Un duro una partida, dos duros tres partidas. ¿y lo que prestaba una partida extra por "lotería" cuando ya estaba todo perdido?

fyc dijo...

Un duro una partida, dos duros tres partidas. ¿y lo que prestaba una partida extra por "lotería" cuando ya estaba todo perdido?

recuerdogijon.blogspot.com dijo...

Y lo que pesaban las bolas aquellas, que parecían de rodamientos de un cohete espacial.

Roberto dijo...

Me parece recordar que se llamaba Elgi. Tenía un altillo donde creo, si la memoria no me engaña, había billares de carambolas.Las primeras máquinas de marcianos creo que las vi ahí. Me gustaba una máquina en laque guiabas un caballo de carreras que tenía que ir saltando obstáculos. Me parece que fue la última sala recreativa en cerrar en Gijón.

Roberto dijo...

Una "trampilla" era que, una vez se se escurría la bola por un pasilo lateral, antes de ser engullida, al pasar por detrás de de los petacos, dabas un golpe seco y fuerte con la la base de la palma de la mano para impulsarla a y dirigirl, entre las palas, otra vez al juego. Un problema era que si le dabas muy fuerte saltaba el "tilt"(falta) y se acababa la partida. Pero el problema mayor era que te pillaba haciendo la maniobra el inefable "Jefe" (el encargado, que era, bien el dueño o bien un empleado, generalmente un jubilado)y entonce te ponía de patitas en la calle.
Otra trampa que recuerdo vagamente era meter un lámina o plástico muy fino entre la rendija lateral del cristal de la mesa del flipper para tocar los alambrillos de los pasillos laterales y sumar un montón de puntos hasta conseguir ganar partidas.
Ya otra trampa más sofisticada/gamberreta era conseguir (¿cómo lo harían?)copia de la cerradura de las máquinas (valía para todas)y abrías la portezuela y calcabas en el lugar preciso (donde, en condiciones honradas, caían las monedas) y así tenías partidas por la cara.

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Robert dijo...

Recreativos que recuerdo:
En Los Campos, calle Menéndez Pelayo, casi pegado a la actual Confitería Sebastián. El Jefe creo que se llamaba Leoncio, y era un fanático del ajedrez. En esa sala ví por primera vez un jukebox o "máquina de discos" (en ella oí por primera vez el Hotel California de los Eagles.
Como señalé en otro mensaje, el famoso Elgi, en la calle Covadonga.
Otra sala estaba en Calderón de la Barca, enfrente del actual colegio Campoamor. Creo que se llamaba Rodríguez.
Otra estaba en Dindurra, casi llegando a San Bernardo. Posteriormente, el local tuvo uso como sexshop, y ahora creo que es una tienda de fotografía.
Otra sala estaba en Pablo Iglesias,casi haciendo esquina con Hnos Felgueroso, por donde está Deportes Camblor, aunque no recuerdo bien el bajo concreto.
Otra estaba por donde la calle Ana María, y creo recordar que era del mismo propietario
de la de Los Campos.
Me parece recordar vagamente otra sala por la zona de la calle Ampurdán.
La sala, o mejor dicho "minisala" más pintoresca que recuerdo era una que estaba en Pablo Iglesias casi haciendo esquina con Alfonso I, donde ahora creo que corresponde con un kiosko. La peculiaridad era que entrabas al local en cuestión y era una pequeña tienda de reparación de calzado (que entonces llamábamos zapatería,y que proliferaban mucho pues por entonces era muy usual llevar el calzado a arreglar, no como ahora que compramos otro par nuevo y listos), y pasabas por un lateral junto al señor zapatero que estaba inmerso en sus labores y accedía a una trastienda, donde, sorprendentemente aparecía ante tí máquinas de petacos; no recuerdo bien cuántas habría, pero posiblemente no menos de 3 ó 4. Lugar que recuerdo como realmente surrealista y a la vez pintoresco y encantador.
Espero que alguien evoque más salas. Para mi generación realmente fueron un lugar mágico de ocio y disfrute, de socialización, punto de encuentro con los amigos, generador de amistades, en fin un núcleo central de la vida de un chaval de aquella época (años 70 -principalmente- y 80)
Un saludo cordial.

Robert dijo...

Desde hace bastantes años entras en cualquier chigre y la máquina-s que te encuentras invariablemente es la "sacaperres" de tratar de alinear las frutitas (donde todo dios se deja emplumar -salvo, dicen, los chinos, no sé). Pero en una época, antes de la llegada de estas sacaperres, todo chigre tenía su máquina de petacos. En algunos bares incluso hacían campeonatos mensuales de tal forma que el que hacía más puntos se llevaba un premio (generalmente comestible o bebible). Más tarde, hacia mediados de los 80, algunos recordáreis la moda que causó furor de colocar en cafeterías y pubs (y en algún chigre espacioso) los billares americanos, también conocidos como "chapolines" o "el billar de furacos" (en contraposición al de carambolas)
Saludos

recuerdogijon.blogspot.com dijo...

Qué bueno lo de los caballos de carreras.....lo había olvidado

recuerdogijon.blogspot.com dijo...

Todo un prodigio de memoria y detalles. Muchas gracias Robert

Anónimo dijo...

Las que yo visitaba eran Elgi y Los Campos, ésta me pillaba cerca de casa y a veces íbamos a jugar tres amigos al billar un rato después de clase antes de la comida. Una vez me siguieron dos manguis desde allí a casa sin darme cuenta y me quisieron robar el sello de la primera comunión, pero no pudieron. En Elgi me gustaba la cantidad de máquinas que había, y allí miraba más que jugaba, por falta de pasta y también porque había algún figura que manejaba el pacman de vicio y era una gozada verlo.