Contemplan las gentes
con vivo interés,
el viejo convento
del Campo Valdés.
A todos intriga
la antigua mansión
con sus altas torres,
su inmenso portón,
con sus balaustradas
de roble y metal,
y sus recios muros
desnudos de cal.
Con su capillita
que es toda humildad,
todo misticismo,
toda santidad;
con su campanario
de voz de mujer,
a cuyos tañidos
huye Lucifer.
A diario reciben
allí educación,
mil chicas bonitas
de gran posición.
Saben todas ellas
que una y dos , son tres,
bordan y dibujan,
hablan el francés,
y de todo el mundo
son la admiración,
por su porte fino,
por su distinción.
Y por sus vestidos
que gustan la mar,
porque a "El San Luis"(¡claro!)
los van a comprar.
No encargan sus modas
jamás a París,
pues no hay allí casa
que iguale a "El San Luis".
Por eso despierta
tan vivo interés
el viejo colegio
del Campo Valdés.
(25 -3-1917)