
Quizás la humedad sea aliado de más de una próstata para que muchos gijoneses tuvieran una especial sensibilidad por este tema. Otros gijoneses, la mayoría, la sensibilidad la teníamos en la pituitaria y ya nos conocíamos las esquinas, chaflanes, puertas de garaje etc en donde el vertido de aguas era algo tan constante que entraba ya en la micro historia de Gijón. Recuerdo, por decir un lugar, en que esta fragancia , este "Eau du Gijón" es constante y es en la parte que da al club de regatas de la iglesia de San Pedro o también el callejón que subía hacia el antiguo ateneo desde los Moros.