"Es imposible dar una cifra exacta de cuantas personas habitan La Cábila. Patios completos con chabolas y más chabolas, suman un considerable número de moradores. Allí se mezclan niños, jóvenes y viejos con gatos, perros, gallinas, caballos....
En el fango de la calle central del poblado, cuando llegamos, jugaban muchos más niños que durante un recreo escolar. Bicicletas deterioradas, muñecas decapitadas o mutiladas, hacían de antesala de un mañana incierto.
Estamos en el interior de una chabola de madera, aproximadamente de cuatro por cuatro metros. Un destartalado fogón, dos camas, una cuna y un cajón armario de tablas viejas.
¿cuántas personas habitan aquí?
-somos siete hijos y nosotros dos. Ahora falta el que está en el hospital.
¿cómo se las arreglan?
-Ya se puede dar una idea. Serían largo contarle las peripecias que pasamos para acoplarnos.
¿pagan renta?
-naturalmente.Sesenta pesetas al mes. Y las reparaciones por nuestra cuenta.
¿Y la luz?
-Aquí, un monumento para la Hidroléctrica. Nadie paga luz. Todos la tenemos prestada.
Otro patio, ocho familias, 92 personas.Se visita otro hogar con un panorama desolador en el interior de aquel monstruoso montón de latas y tablas carcomidas por el agua.
-Pagamos trescientas pesetas de renta. Pero por Dios no lo diga, no vayan a ponernos en la calle.
¿no tienen frío aquí?
-Lo peor es que llueve dentro, y mire el agua que mana del piso. Créame que viendo a mis tres criaturas en este fangal se me parte el corazón.
Esta es la noticia, triste noticia pero que no puede ser mitigada. Como primera medida se nos ocurre pensar que hay que poner todos los medios de que el poblado siga aumentando. Y que se destruya totalmente cada chabola que quede libre.
Después habrá que ir pensando en la dificilísima tarea de buscar acomodo a estas humildes gentes.
A doscientos metros de ellos se elevan modernos edificios que , como una garra amenazadora, sentencian al poblado.
Una sentencia que pide urgencia en ser llevada a cabo por el bien de aquellos pobres moradores."
1 comentario:
Aquel barrio que se levantaba donde hoy está la avenida del Llano metía miedo, aun recuerdo el aspecto de aquella pequeña elevación del terreno que podías ver desde la calle Pérez de Ayala, plagada de pequeñas casas, portones, paredes y chabolas. Un submundo dentro de la ciudad.
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